Un día martes por la tarde en en centro de la Ciudad de México, es uno de los últimos días de verano, ha llovido y el viento sopla fuerte y es frío, las primeras hojas del los árboles cayendo, anuncian la llegada del otoño. Hortensia camina por las calles del centro, se aproxima a calle de Violeta, en la colonia Guerrero, sube unas largas y estregas escaleras, abre la puerta y tras cerrar escucha a su hija con voz baja y debilitada. Los ataques de asma se intensifican sin el tratamiento adecuado. Hortensia posa su mano sobre la cabeza de su hija y sale de su rostro una ligera sonrisa, como para animarla, su hija intenta lo mismo pero así como llega el gesto, así mismo, se esfuma.
Ya ha oscurecido, Hortensia no ve mejoría en su hija y su angustia crece porque hace 2 días, luego de 3 meses, la han corrido de su trabajo, ya no le queda dinero y no ha conseguido un empleo tras un largo caminar por las calles de la ciudad. De pronto, alguien toca la puerta, es su arrendadora quien le recuerda que en 3 días debe pagar la renta o tendrán que salirse cuarto. Hortensia, apenada y temerosa, le cuenta a la mujer la situación en que se encuentra, la mujer, aunque un tanto indiferente, le dice que intentará echarle la mano. La mujer le grita a su hijo, quien vive con ella, en uno de los departamentos principales del edificio. El hijo, quien es un hombre joven, escucha en voz de su madre la historia de Hortensia y una solicitud de ayuda. El joven le dice que lo único que puede hacer es entregar unos paquetes urgentes a distintas personas cerca del centro de la ciudad. De inmediato Hortensia acepta, pero insiste en que la mujer cuide a su hija mientras ella hace las entregas. El joven le pide a su madre que se quede y que cuide a la hija de Hortensia, la mujer accede, aunque no de muy buena gana.
Hortensia y el joven bajan hasta una bodega del edificio, él saca varios paquetes, están cerrados y ligeramente pesados. Le da 5 de ellos a Hortensia en una maleta de mano. Ella le pregunta ¿qué son? a lo que el hombre no responde, sólo hace un gesto como diciendo "no es tu asunto". Hortensia toma la maleta y un papel donde le ha escrito las direcciones de entrega.
Hortensia sale del edificio y mira la primera dirección, se aproxima y mientras camina se pregunta si no se tratará de algo raro, una entrega tan tarde resulta muy sospechosa, pero también piensa en su hija y el medicamento que requiere, así que continúa avanzando. Está en la calle señalada, mira buscando el número del edificio, lo encuentra, es muy alto y oscuro, parece abandonado, la puerta está entreabierta, se mete y observa que en lo más alto hay una luz encendida, la indicación del papel señala que la entrega se hace en el último piso, sube con cuidado las escaleras pues con la lluvia y la oscuridad no quiere caer. Llega a la puerta donde sale la luz, toca sin pronunciar palabra, un hombre maduro le abre la puerta, la mira de arriba a abajo, Hortensia saca el paquete y se lo da al hombre, todos los paquetes son iguales. Está un poco asustada por las dudas que tenía mientras llegaba a ese lugar, el hombre luego de recibir el paquete le hace un gesto malicioso y esboza una sonrisa. Hortensia da la vuelta y se dirige hacia las escaleras, no voltea sino hasta que escucha la puerta cerrarse. Baja un poco a prisa las escaleras con cuidado de no caerse. En ese momento se escuchan murmullos en la calle, ella está a punto de bajar hacia la planta baja cuando de pronto unos 8 policías armados entran y suben a toda prisa las escaleras, Hortensia alcanza a ocultarse tras unas maderas viejas y húmedas que están en el piso donde se quedó y mira subir a los policías, escucha gritos y disparos una vez que han llegado al último piso, eso la hace confirmar sus sospechas: esos paquetes y esas personas no son de fiar.
Hortensia sólo desea ir de vuelta con su hija, pero arriba aún hay policías y están persiguiendo a algunos hombres. Hortensia alcanza a ver por un hueco de las maderas la calle y hay varias patrullas y policías afuera. Se pregunta ¿cómo salir de allí? ...